Sólo pasaron 15 días, y la Villa Epecuén estaba bajo dos metros de agua salada. La evacuación fue inmediata e incompleta. Muchas de las edificaciones quedaron con todo el mobiliario dentro y sus habitantes sin nada.
La situación se intensificó y un par de años después el pueblo tenía más de 5 metros de agua. El pico máximo ocurrió en 1993 cuando en ciertos sectores del sumergido pueblo se midieron más de 10 metros.
28 años después
El Agua bajo... La poca cantidad de lluvias registradas en todo el Sudoeste de la provincia de Buenos Aires durante los últimos años, han llevado a la cota de las lagunas de la región a sus mínimos históricos. El Lago Epecuén no es la excepción.
El panorama que dejó al descubierto el retroceso de las aguas es inhóspito.
Lentamente las ruinas de la Villa fueron quedando al desnudo cubiertas por una capa de sal que las vuelve sorprendentemente conservadas. Los árboles siguen de pie, como petrificados. Las calles quedan perfectamente delimitadas y a la vista, al punto de poder caminar por los mismos lugares y recibiendo flashes de recuerdos a cada paso.
Las construcciones de mejor calidad han mantenido su porte, mientras que las más débiles sucumbieron ante la presión del agua. Sorprenden entre los derrumbes los marcos de las puertas de madera erguidos, resistiendo a la debacle.